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DE VUELTA A ISTRA

El 10 de diciembre los combates se intensificaron al aproximarnos a Istra donde los alemanes habían organizado un centro de resistencia. Morteros, ametralladoras y cañones antitanque habían sido emplazados y cuidadosamente camuflados. Los edificios de ladrillos y piedra eran puntos fortificados. En las afueras los nazis habían montado cinco ametralladoras en una casa solitaria y emplazado dos tanques tras la valla, cubriendo la carretera de Istra con su fuego.

Bien, habíamos vuelto a Istra. Aquí empezamos a combatir. Nuestros veteranos habían experimentado la amargura de la derrota y la retirada, la pérdida de los camaradas y otros azares de la guerra. Se habían endurecido y volvían, volvían victoriosos. Ahora no nos estábamos retirando sino que avanzábamos y expulsábamos a los invasores de los alrededores de Moscú.

Parte activa de esta victoria es del Cuerpo de Voluntarios Populares. La 18ª División de Voluntarios Populares del Distrito Lenin de Moscú fue agregada al 16º Ejército y lucharon con valor a nuestro lado. La división demostró coraje, disciplina y organización en numerosas batallas. El 6 de enero del 42, la división recibió el título de Guardias y nos alegramos por nuestros camaradas.

Pero la victoria no solo se conseguía con valor y capacidad de lucha. Era también la expresión de la labor de millones de ciudadanos soviéticos que cuidaban a su ejército. El pueblo nos había provisto de poderosas armas: tanques, aviones, cañones, ametralladoras y municiones. Suministraban al Ejército todo lo que necesitaba y les vestía con lo que no temíamos ni las heladas ni las tormentas ni las ventiscas. Día y noche nuestra gente trabajaba el hierro, fundía el acero y producía alimentos.

A través del duro camino de la guerra, los soldados soviéticos desarrollaron su capacidad de combate, resistencia y coraje incontenible. Ahora sufríamos pocas bajas y alcanzábamos grandes resultados. Se habían convertido en el terror de los nazis y les hacían huir.

Las tropas nazis también habían cambiado. Aunque seguían resistiendo, parecería que los soldados enemigos estaban desmoralizados. Bajo las oleadas del Ejército Rojo perdían la fe en su potencial y en los planes del mando nazi.

La furiosa lucha por Istra continuaba día y noche. El 11 de Diciembre, por la mañana, el batallón del teniente Yusupov's y el del Mayor Romanov entraron el la ciudad. Pronto, las fuerzas de los regimientos de Dokuchayev y Konovalov acudieron en su ayuda. El ataque de la infantería fue apoyado por la artillería. Incapaces de detener el empuje de las tropas soviéticas los nazis comenzaron la retirada. Al final del día Istra estaba libre de enemigos. Vehículos destrozados, armas, cadáveres y pilas de objetos saqueados, documentos, diarios y cartas estaban abandonados por las calles, plazas y en cada patio.

El soldado de la División SS Das Reich Hans Nalteis escribió: “La lucha es cada vez mas salvaje y dura. Luchamos por cada pulgada de tierra y la nieve rusa se tiñe con la sangre de los soldados de las SS. Los sacrificios son terribles”

No hay mucho que añadir a esto. Nuestras unidades libraron batallas similares en Klin, en la presa de Istra y al sur de Istra.

Desde el centro de observación de la división, situado en Trusovo mire los alrededores y recordé que habíamos estado allí en Noviembre. Solo había pasado un mes, pero todo había cambiado. Los más hermosos lugares cerca de Moscú, donde Levitan, Chaikovsky y otros grandes artistas y compositores había vivido y trabajado estaban arruinados y pisoteados por las botas nazis. Todo lo que el enemigo dejó tras él fueron cráteres, un bosque arrasado y casas demolidas.

La ciudad de Istra estaba en llamas. Todos sus monumentos históricos, su famoso monasterio, las escuelas y bibliotecas estaban en ruinas. Vandalismo. Como las tribus germánicas que arrasaron Roma, estos bárbaros del siglo XX despiadadamente arrasaron nuestra cultura y redujeron a cenizas todo lo que habíamos creado.

Miles de personas quedaron si hogares pero esto no podía contener si alegría al ver a sus libertadores.

“Lo construiremos todo de nuevo y seremos felices. Solo sacad a esos nazis de nuestra tierra tan rápido como podáis” nos decía la gente.

En esa época el escritor V.Stavsky estaba en nuestra división. Con él tuvimos largas charlas, estuvo en primera línea y tomó parte en muchas batallas. Estaba preparando una novela acerca de la guerra.

El 12 de noviembre algo ocurrió en el flanco derecho del Frente Occidental. El mando del 4º Ejército Panzer decidió mantener la presa de Istra y el río a cualquier precio para retirar al grueso de sus fuerzas y equipo a la línea de los ríos Lama y Ruza.

Explotando el éxito inicial de la ofensiva, el mando de Frente Occidental intentó evitar detenerse y nos pidió seguir el avance hasta el los principales grupos del flanco enemigo fueran derrotados completamente.

Para llevar a cabo sus planes los nazis hicieron saltar la presa de Istra. El nivel del río subió hasta cuatro metros lo que complicaba considerablemente las operaciones de las tropas soviéticas. Además los nazis bombardearon fuertemente la ciudad de Istra, la carretera, los posibles pasos de nuestras tropas y las áreas urbanas. La crecida empezaba a inundar nuestra orilla donde teníamos las mejores aproximaciones al río. Fuimos obligados a ocupar las colinas y otros sitios secos. El enemigo vio que ahora era más sencillo atacarnos. El mando Alemán concentró grandes fuerzas en la orilla oeste del Istra. Sólo la 9ª División de la Guardia y las dos brigadas de infantería se enfrentaron a unidades de la 10ª División Panzer y de la División SS Das Reich reforzadas con artillería y apoyadas por las grandes fuerzas del 8º Ejército Aéreo.

Los bosques de la orilla contraria, que dominaban los nuestros tenían las condiciones naturales idóneas para la defensa. Sus vías de aproximación eran a través de campo abierto. Los nazis aprovecharon hábilmente estas ventajas. En las colinas situaron artillería, morteros y ametralladoras y prepararon puestos de tiro y fortines de hormigón. Sembraron campos de minas. Así que teníamos que atacar bajo un fuego enemigo continuo. Por todo esto fuimos frenados aquí. La lucha era furiosa y sangrienta.

El primer intento de cruzar el Istra fracasó. Nuestra vanguardia que trató de cruzar el río fue rechazada.

La lucha por el paso del río siguió tres días y tres noches.

En una helada noche de invierno, el regimiento de infantería del Mayor I.N.Romanov recibió la orden de cruzar el río y establecer una cabeza de puente para el cruce del resto de la división.

Había gente en la que se podía confiar en los momentos difíciles. I.N.Romanov, un experimentado comandante y un héroe de guerra era uno de ellos. Su heroísmo no iba reñido con la prudencia y aunque era un hombre valiente también era frío y calculador. Podía calcular los riesgos con precisión y elaborar con cuidado todos los detalles de la operación.

En la tarde del 12 de diciembre Romanov y yo tuvimos esta conversación.

Le pregunté que dificultades veía.

“Bien” dijo tras pensárselo un momento “No contemos con la helada y la niebla porque los soldados saben como usarlo. La auténtica dificultad, camarada general, es que no tenemos el equipo adecuado para cruzar”

El jefe de EM le interrumpió:

“Debemos pensar como cruzar a la otra orilla de repente y sin bajas”

“¿Cómo les puede ayudar el mando de la división?” le pregunté

“Para asegurar el éxito, necesitamos apoyo artillero” contestó.

Nuestra conversación fue breve. No sacamos nada mas en claro aunque quedamos con la convicción de haber acertado al elegir a Romanov y a su batallón. Era a ese tipo de jefe, tranquilo y en quien confiaban sus hombres, el que necesitábamos para cruzar el río con seguridad.

Ordené al teniente coronel F. M.Osipovich para apoyar al batallón de Romanov con dos batallones de artillería. La petición de Romanov era normal. Cualquiera que haya cruzado un río al asalto sabe que los participantes están mucho mas tranquilos cuando oyen el atronador sonido de su propia artillería y se sienten apoyados en los momentos críticos en que se establece la cabeza de puente. Rmanov se tomó la libertad de invitarme a visitar la otra orilla.

Los preparativos estuvieron finalizados la noche del 12 de diciembre. El batallón estaba concentrado en sus posiciones de asalto. De repente, bengalas y señales brillaron en el aire, las trazadoras inundaron el cielo, proyectiles y minas explotaban. El asalto había comenzado.

Las tropas de Romanov reptaban sobre sus vientres. Aquí y allí el hielo se rompía y los hombres caían al agua helada, pero obstinadamente avanzaban hacia la orilla opuesta, donde el enemigo les acechaba en las laderas heladas, en profundas y curvas trincheras. Las nazis habían sembrado minas en todos los puntos en que pensaban que pudieran venir los avances. Estaban especialmente fortificados los pueblos de Nikulino y Novo-Iyerusalimskaya, que cerraban la carretera de Volokolamsk.

Esperábamos noticias de Romanov con impaciencia. Estaba amaneciendo. Por fin sonó el teléfono. El mando del regimiento informaba que el batallón de Romanov combatía en la otra orilla. Había establecido una cabeza de puente de 200 metros, por el que pagamos un alto precio. Los sanitarios evacuaban a los heridos en camillas de mano.

Los nazis peleaban con furia intentando expulsar a nuestro batallón de la orilla. Ya era de día. En un momento crítico de la batalla recibimos una petición de Romanov. Eran solo tres palabras “Fuego sobre nosotros” lo que demostraba el sentido del honor militar y el coraje de los soldados soviéticos. En ese momento nuestra artillería entró en juego. Rojos flashes de explosiones envolvieron la cabeza de puente y con eso Romanov lanzó a sus tropas al ataque.

En una hora otros batallones alcanzaron la otra orilla. Oímos un gran “Hurra” y pronto vimos a gran cantidad de soldados enemigos avanzando hacia nosotros manos en alto. Pocos minutos mas tarde habían rendido sus armas. Una pila de fusiles, ametralladoras y subfusiles se amontonaba en la nieve.

Estoy contando la historia del cruce del Istra con detalle, lentamente, pero en realidad fue todo muy rápido, con los acontecimientos mezclados. Cada uno hacía su labor, completamente consciente de sus responsabilidades. Las cosas no sucedían siempre como las planeábamos pero en la lucha cada minuto cuenta y era importante reaccionar rápido a cada cambio de situación, tomar las decisiones necesarias y hacerlo rápidamente. Recordando el trabajo de los ingenieros no puedo menos que admirar su iniciativa, capacidad de inventiva y el heroísmo que mostraron en el cruce del Istra. Desde el 2 al 14 de diciembre, a pesar de la fuerte corriente, los ingenieros del Teniente Trushnikov construyeron un puente sobre el que las fuerzas de la división cruzaron el río.

El heroico trabajo de los zapadores bajo el fuego enemigo no tiene comparación.

Mientras el 16º Ejército derrotaba al enemigo en el área del río y presa del Istra y perseguía a los nazis que huían, el 1er Ejército de Choque y el 30º Ejército rodeaban al enemigo en el área de Klin y el 15 de Diciembre obligaban a los nazis a abandonar la ciudad. El 16 de diciembre estos ejércitos comenzaron la persecución del enemigo que se retiró a las nuevas defensas del río Lama. La ciudad de Kalinin fue liberada el 16 de diciembre. El flanco derecho del Frente Occidental quedó de esta forma protegido contra posibles ataques enemigos desde el norte.

Las tropas del flanco izquierdo del Frente Occidental superaron a los nazis en Tula y el 18 de diciembre empezaron a perseguir a las unidades del 2º Ejército Panzer que se retiraban a Kaluga y Sukhinichi mientras que el 61º 3º y 13º Ejércitos del Frente Suroeste atacaban en dirección a Orel.

Desde el final de la guerra los historiadores militares de Alemania del Oeste al describir estas batallas mantienen que los alemanes se retiraron de acuerdo a un plan previsto por lo que no ofrecieron mucha resistencia. No caballero, eso no ha sido así. De los cientos de batallas luchadas a lo largo de la guerra recuerdo esta particularmente bien.

Lo cierto – y los documentos lo prueban – es que el mando nazi hizo todo lo posible por detener la ofensiva de nuestras tropas.

La directiva fechada el 16 de diciembre del 41 dice “Los mandos y oficiales de todas nuestras unidades, dando ellos ejemplo los primeros, deben obligar a las tropas a defender las posiciones con resistencia fanática”

Pero fueron incapaces de hacerlo. Los nazis no se retiraron siguiendo un plan, pero los historiadores quieren ocultar su huida.

Recuerdo una inscripción en un poste de telégrafos en la carretera de Volokolamsk hecha por soldados de la 10ª División Panzer “Adiós Moscú, nos vamos a casa” Nuestros soldados añadieron “No os preocupéis, vamos hacia allí”